domingo, 7 de noviembre de 2010


-De tanto callar nos invadieron los silencios y poco a poco se fueron muriendo las palabras; y de ser uña y carne pasamos a ser unos desconocidos. De tanto callar, nos centramos en nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestros muros y nuestros fantasmas; aquellos a los que siempre damos la razón. De tanto callar, nos fuimos perdiendo, dejándonos de lado, y las frías noches nos ubicaron a cada uno en un polo del planeta. De tanto callar, nos dormimos en un profundo silencio; no dejemos que el sueño y el cansancio nos embargue y nos quite nuestro mayor tesoro, las palabras.

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